Es una historia larga con su final feliz. Todo empezó en 2001, cuando Ana y Marcelino se casaron. Dentro de unos años habían escuchado al diagnóstico temido de la infertilidad.
La gestación subrogada resultó ser la única forma de que Ana y Marcelino fueran padres.
Anna y Marcelino han elegido el programa que prevé dos visitas obligatorias a Ucrania. El primero es conocer a la madre subrogada, firmar los contratos y donar sus materiales biológicos. La segunda es atender el parto.
Según las leyes ucranianas, los nombres de los padres genéticos se ponen en el certificado de nacimiento del niño, incluso si lo lleva una gestante subrogada. El padre, con la ayuda de las pruebas de ADN, demuestra su parentesco con el niño.
La embajada elabora el pasaporte del niño basándose en el certificado y el ADN. El bebé obtiene la nacionalidad del país en el cual residen sus padres.
VittoriaVita: ¡tu victoria de la vida!
*Os nomes foram alterados por razões de privacidade